miércoles, 9 de septiembre de 2009
El mar de Aral se ha reducido a solo un tercio de lo que era hace solo nueve años. Y sigue menguando. Unas imágenes tomadas por el satélite Terra de la NASA a finales de agosto demuestran que apenas queda agua en una de las tres grandes partes en las que se fragmentó hace una década el antiguamente cuarto lago más grande del mundo.
La realidad es que el mar de Aral, que fue centro de un ecosistema único alimentado por los ríos Amú Dariá y Sir Dariá, no existe como unidad desde los años 80 del siglo pasado. Entonces se convirtió en dos pequeños mares: el mar de Aral Pequeño en el norte y el mar de Aral Grande en el sur. Diez años después este se dividió a su vez en dos.
En el 2005 se hizo un dique para intentar salvar el Aral Pequeño. Según muestra la imagen de la NASA, la medida resultó muy eficaz, pero a costa de la desaparición de uno de los dos fragmentos que formaban el Aral Grande. Se estima que en una década desaparecerá del todo.
La parte del norte, en Kazajistán, ha vuelto a llenarse gracias al dique artificial que la separa de Uzbekistán. La parte occidental del Aral Grande, con una profundidad máxima de 40 metros, actualmente tiene una concentración de hasta 120 gramos de sal por litro. La desaparecida parte oriental, que hasta hace poco tenía solo dos metros de profundidad, era prácticamente una salmuera, con 250 gramos de sal por litro.
Hasta mediados del siglo pasado, el Aral ocupaba casi 70.000 kilómetros cuadrados y contenía 1.100 kilómetros cúbicos de agua dulce. Catorce millones de personas vivían de la pesca y los cultivos que producían las 550.000 hectáreas de tierras fértiles. Pero tras la segunda guerra mundial los líderes del Partido Comunista de la URSS aprobaron un plan para convertir las estepas en el mayor campo de algodón del mundo. Para obtener la gran cantidad de agua que exige ese cultivo decidieron ordeñar los ríos que alimentaban el mar de Aral. Fue la condena a muerte del enorme lago.
Los canales para sangrar los ríos comenzaron a construirse a una velocidad sin precedentes, a costa de la calidad de la obra. El mayor canal de toda Asia central, el Kara Kum, estaba sin cubrir y sin impermeabilizar. Se perdía hasta el 70% del agua que extraía del Amú Dariá. Para compensar las enormes pérdidas se sacaba mucha más agua de la prevista.
Como resultado, en los 60 el Aral bajaba 20 centímetros al año, y en los 80, un metro. La producción de algodón se duplicó y la población llegó a los 25 millones, pero el agua se fue para siempre arruinando a los pueblos costeros.
La mayor parte del lago es hoy un desierto peligroso de arena y sal que produce tormentas venenosas. Alrededor de los restos del Aral surgen conflictos de intereses entre antiguas repúblicas asiáticas de la Unión Soviética, que discrepan sobre cómo hay que explotar el agua que queda en el Amú Dariá y el Sir Dariá.
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