Por HasardeviHe puesto esta fotografía porque en el pie de la misma decía que la tortuga fue liberada por el fotógrafo que la encontró en este estado lamentable. De no haber sido así, el animalito hubiese tenido una agonía larga y cruel antes de morir.
Cuántas cosas vienen a la mente al mirar esto: la irresponsabilidad con la cual nos conducimos al contaminar el planeta, sin entender que todo esto se vuelve contra nosotros mismos: si no importa lo que suceda con los otros seres vivos que habitan el mundo, tampoco importa lo que pueda ocurrir al género humano. La realidad es que es al revés: no tenemos amor hacia nosotros mismos, por lo tanto, no podemos sentir empatía o compasión por los otros.
Presos en una maraña de creencias equivocadas, rebasados por prejuicios y falta de comprensión sobre la realidad que hemos formado, vamos hacia una muerte cruel precedida por una larga agonía... En un malestar general que invade a los seres humanos y les impide saborear la vida con toda su diversidad. Sufrimiento sin conciencia además, sin entender de donde procede y cómo enfrentarle. Tomar conciencia de uno mismo y de su lugar en el mundo, es el primer paso para tomar conciencia del otro y de todo lo que nos rodea.
Algo es seguro: sin conciencia social, no es posible una conciencia espiritual, y viceversa. La conciencia es total o se convierte en una creencia fanática simple y llanamente. Lo he comprobado una vez más cuando escuchaba la necia interpretación sobre una poesía del gran Eduardo Galeano, "Los Nadie". Una profunda pena me invadió cuando me percaté de que, quien la había declamado y luego intentó "explicarla", desvirtuó el sentido de lo expresado en ella por su autor. La ignorancia evidente sobre el autor de la poesía, su trayectoria personal, sus luchas sociales y sus convicciones, impiden a alguien que a todas luces carece de la sensibilidad y el asiduo cultivo de la lectura de poesía, entender los símbolos que la componen o, al menos, dejar que cada quien saque su propia conclusión...
Si se declara estar en un "camino espiritual" y se muestra un desconocimiento total de la realidad social, de la política y las luchas históricas, y de manera irresponsable se recomienda casi la supresión total de las emociones en aras de "no sufrir" para "transformar a la sociedad y abrir la conciencia", en una oferta de recetas, que no serían del todo malas si se pusieran en la mesa como una herramienta más para llegar a conocerse a sí mismo y no como verdad absoluta que termina por hundir en el fanatismo a quienes se aferran a un pensamiento egocéntrico y ramplón. Mientras se esté vivo, se sufre, porque es inevitable "sentir"... sentir calor, frío, hambre, sed, amor, repulsión, felicidad, tristeza... pero aniquilar las emociones, trae consigo la forma más sombría de la muerte; la muerte del alma.
La poesía es la descripción de lo indescriptible, la manifestación de un sentimiento sin referirse a él, la sangre de las venas espirituales, la voz de lo etéreo, la sublimación de lo material y mucho, mucho más.
La red que envuelve el yo superior anclándole en las profundidades oscuras de la separación tajante entre espíritu y materia, debe disiparse con paciencia y empatía, del corazón de muchos que se ignoran a sí mismos.
Presos en una maraña de creencias equivocadas, rebasados por prejuicios y falta de comprensión sobre la realidad que hemos formado, vamos hacia una muerte cruel precedida por una larga agonía... En un malestar general que invade a los seres humanos y les impide saborear la vida con toda su diversidad. Sufrimiento sin conciencia además, sin entender de donde procede y cómo enfrentarle. Tomar conciencia de uno mismo y de su lugar en el mundo, es el primer paso para tomar conciencia del otro y de todo lo que nos rodea.
Algo es seguro: sin conciencia social, no es posible una conciencia espiritual, y viceversa. La conciencia es total o se convierte en una creencia fanática simple y llanamente. Lo he comprobado una vez más cuando escuchaba la necia interpretación sobre una poesía del gran Eduardo Galeano, "Los Nadie". Una profunda pena me invadió cuando me percaté de que, quien la había declamado y luego intentó "explicarla", desvirtuó el sentido de lo expresado en ella por su autor. La ignorancia evidente sobre el autor de la poesía, su trayectoria personal, sus luchas sociales y sus convicciones, impiden a alguien que a todas luces carece de la sensibilidad y el asiduo cultivo de la lectura de poesía, entender los símbolos que la componen o, al menos, dejar que cada quien saque su propia conclusión...
Si se declara estar en un "camino espiritual" y se muestra un desconocimiento total de la realidad social, de la política y las luchas históricas, y de manera irresponsable se recomienda casi la supresión total de las emociones en aras de "no sufrir" para "transformar a la sociedad y abrir la conciencia", en una oferta de recetas, que no serían del todo malas si se pusieran en la mesa como una herramienta más para llegar a conocerse a sí mismo y no como verdad absoluta que termina por hundir en el fanatismo a quienes se aferran a un pensamiento egocéntrico y ramplón. Mientras se esté vivo, se sufre, porque es inevitable "sentir"... sentir calor, frío, hambre, sed, amor, repulsión, felicidad, tristeza... pero aniquilar las emociones, trae consigo la forma más sombría de la muerte; la muerte del alma.
La poesía es la descripción de lo indescriptible, la manifestación de un sentimiento sin referirse a él, la sangre de las venas espirituales, la voz de lo etéreo, la sublimación de lo material y mucho, mucho más.
La red que envuelve el yo superior anclándole en las profundidades oscuras de la separación tajante entre espíritu y materia, debe disiparse con paciencia y empatía, del corazón de muchos que se ignoran a sí mismos.
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