Traducido de SGIQ por Hasardevi
Vivimos en una "era de la comunicación" en la cual la gente de lugares opuestos del mundo es capaz de conectarse unos con otros a una velocidad sin precedentes y de manera fácil. Las personas pueden comunicarse, encontrarse y mantener relaciones con otros dentro de sus comunidades y alrededor del planeta a través de la nueva tecnología de medios; además, una enorme cantidad de conocimiento e información están actualmente más ampliamente disponibles que nunca antes.
Pero ¿qué pasa con la calidad de la comunicación en oposición a su velocidad o cantidad? Los nuevos medios de comunicación también pueden ser manipulados con el fin de difundir mentiras, acosar o abusar e incitar al odio o a la violencia. Y existen enormes desigualdades en el acceso; muchas partes del planeta se encuentran más allá del alcance de los nuevos medios. La ONU calcula que unos 1,5 millones de personas todavía no tienen acceso a la electricidad, por no hablar de las más modernas tecnologías. Esta desigualdad deja a numerosas personas efectivamente "sin voz", sin representación o ignoradas en la floreciente conversación global. A medida que la intensidad de la comunicación aumenta, necesitamos asegurar también que las diversas voces de nuestro mundo puedan ser igualmente escuchadas.
Comunicar significa "compartir" o "dar a conocer". La capacidad humana para comunicarse es uno de nuestros rasgos distintivos. A un nivel práctico, es lo que nos ha permitido sobrevivir y convertirnos en la especie dominante en el planeta. A nivel espiritual, como lo sugiere el término asociado "comunidad", también implica abrirnos a los demás, lo que permite que las perspectivas, valores e inquietudes de los demás se introduzcan profundamente en nuestra conciencia. Este aspecto de la comunicación no puede ser sustituido por la tecnología.
La comunicación, en contraposición a lo tecnológico, es un asunto humano; se trata de un intercambio que requiere un mayor esfuerzo que la transmisión de información de una sola vía. Esta clase de intercambio de humano a humano es lo que el filósofo contemporáneo Jürgen Habermas(1) define como "racionalidad comunicativa", considerándola como una pieza clave para la construcción y expansión de la democracia.
Primero aprendemos a comunicarnos con las personas de nuestro ambiente inmediato. Como el filósofo John Dewey(2) (1859-1952) señaló, los que no han tenido el tipo de experiencia de consideración entre vecinos, serán incapaces de comprender o tener consideración por personas de tierras distantes. Contactar con otros, abordarlos con amabilidad y preocupación "por medio de las palabras" --diálogos--es el opuesto de la violencia y es la médula para la construcción de la paz.
Notas de la traductora:
(1) Jürgen Habermas. (Düsseldorf, Alemania, 1929) Sociólogo y filósofo alemán. Principal representante de la llamada «segunda generación» de la Escuela de Frankfurt. Influenciado por Kant pero sobre todo por Karl Marx. Teoría y práctica deben conectarse y para ello propone la "razón comunicativa" que permita a la sociedad dejar de estar despolitizada y le devuelva el control crítico, que posea una "opinión pública crítica" y no una "opinión pública manipulada".
(2) John Dewey. Filósofo, psicólogo y pedagogo estadounidense, uno de los más importantes de la primera mitad del siglo XX, abogó por una integración de teoría y práctica; de vocación democrática y reformador de la educación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario