La sabiduría

Publicado por Hasardevi | 19:42 | 0 comentarios »


Un buda se caracteriza por ser una persona de profunda sabiduría. La idea de la sabiduría es esencial en el budismo. Pero la sabiduría puede ser un concepto vago y elusivo, difícil de definir y difícil de encontrar. ¿Cómo se llega a ser sabio? ¿Es la sabiduría algo que podemos desarrollar activamente o, simplemente, se debe esperar a hacerse más sabio conforme se envejece? En la sociedad moderna, la sabiduría ha perdido valor como ideal. Se le da mayor importancia a la información y a los conocimientos. Esto tal vez se deba a que lo que se conoce como "sabiduría" es un concepto muy confuso.


Josei Toda, segundo presidente de la Soka Gakkai, dejó claro que la confusión entre conocimiento y sabiduría es uno de los principales errores de la sociedad moderna.

Su crítica queda completamente demostrada en el sorprendente progreso de la tecnología en el último siglo. Si bien el desarrollo científico y tecnológico ha mostrado sólo a medias algo de alivio al sufrimiento humano, ha triunfado notablemente en su capacidad y eficiencia para desatar la muerte y la destrucción.

Toda comparaba la relación entre los conocimientos y la sabiduría con el de una bomba y el agua. Una bomba que no extrae agua (conocimiento sin sabiduría) es poco útil.

Esto no niega la importancia del conocimiento. Pero el conocimiento puede ser utilizado para generar tanto una destructividad extrema como un bien profundo.

La sabiduría es lo que dirige al conocimiento hacia el bien –hacia la creación de valor.

Las enseñanzas budistas, tales como el concepto de las cinco clases de sabiduría, describen y analizan en detalle la dinámica de la sabiduría y la manera en que se manifiesta en los diferentes niveles de nuestra conciencia.

Cuando la sabiduría está funcionando en nuestra vida, tiene el efecto de capacitarnos para superar las perspectivas profundamente arraigadas de nuestro pensamiento habitual, y llegar a una visión fresca y holística de una situación dada. Podemos hacer una amplia valoración de los hechos, percibir la esencia de un tema y tomar la vía más segura hacia la felicidad.

El budismo también compara la sabiduría con un espejo claro que refleja la realidad tal como es. Lo que se refleja en ese espejo es la interrelación y la interdependencia de nuestra vida con todas las demás formas de vida. Esta sabiduría disipa nuestras falsas percepciones de separación y despierta en nosotros un sentido de igualdad, pleno de empatía, con todos los seres vivientes.

El término "buda" describe a una persona que manifiesta libremente esta sabiduría inherente. Y lo que hace que esta sabiduría emerja en nuestra vida es el amor compasivo.

El budismo ve el universo, y la vida en sí, como una manifestación del amor compasivo –el entretejido de los "hilos" de los fenómenos interdependientes que dan origen a todo lo que existe, y que nutren todas sus maravillosas y variadas manifestaciones.

Enseña que el propósito de la vida humana es ser parte activa y participativa de las misericordiosas funciones del universo, enriqueciendo y realzando su dinamismo creativo.

En consecuencia, cuando actuamos con amor compasivo –o misericordia– nuestra vida se pone en armonía con la fuerza del universo y manifestamos la sabiduría que poseemos inherentemente. La acción de alentar y compartir la esperanza con los demás, nos despierta a una identidad más grande y más libre que trasciende los confines de nuestro yo superior. La sabiduría y el amor compasivo son, de esta manera, inseparables.

Para la práctica budista es fundamental que el individuo posea dominio de sí mismo, y se esfuerce por ser "maestro de su mente". Esta idea implica que mientras más profundamente luchemos por desarrollar un espíritu altruista, más sabiduría de buda emanará de nosotros y, a la vez, mejor podremos dirigir nuestros conocimientos, nuestros talentos y las particularidades de nuestro carácter, hacia el objetivo de crear felicidad para nosotros mismos y para los demás.

En una conferencia que dictó en la Universidad Tribhuvan de Nepal en 1995, el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, comentó: "Ser maestro de la propia vida significa cultivar la sabiduría que anida en lo más recóndito de nuestro ser y que brota en profusión inextinguible sólo cuando nos impulsa la determinación misericordiosa de servir a la humanidad y de luchar por la felicidad de la gente".

Los seres humanos mismos somos los que debemos cambiar si queremos que la historia humana cambie y que, de la división y el conflicto, se redirija hacia la paz y hacia una ética fundamentada en el respeto por la absoluta inviolabilidad de todas las formas de vida. La visión budista de la sabiduría plena de amor compasivo, puede servir de poderosa base para esa transformación.

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