Translated mercredi 24 novembre 2010, par J.A.Pina

Nacida en Roubaix en 1959, Marie Desplechin es autora de libros para niños y para adultos. Participa también en la escritura de guiones. Su última novela, "La Belle Adéle", publicado por Gallimard Jeunesse, aborda temas que afectan especialmente a los adolescente, así como temas de actualidad como los sin papeles.

David Paul Carr

A menudo se tiene tendencia a confundir el arte y la cultura : ésta última es mucho más amplia ya que puede ser científica, matemática ¡e incluso deportiva ! Todas las culturas se complementan : son como piezas de un rompecabezas que se ensamblan y que nos permiten comprender el mundo, que es el marco general. Yo, que siempre he sido nula en matemáticas, tengo la impresión de que me faltan bastantes piezas. Todo lo que se memoriza forma una cultura. Y esto vuelve la vida más bella.

Nos preguntamos a veces si existe una cultura popular que sería diferente de la cultura llamada burguesa. Es verdad que los niños de los medios desfavorecidos frecuentan menos los museos o el teatro que los niños de las clases más acomodadas. Pero los niños de los medios populares deben apropiarse también de esa cultura, ¡sin dejarlo para tiempos futuros ! Esto no anulará lo que son, sino que lo incorporarán a su propia cultura. Pienso en un profe que conozco en Seine Saint Denis : hace aprender latín y griego a sus alumnos y esto funciona muy bien. De hecho, la diferencia entre cultura popular y cultura burguesa no está forzosamente tan marcada : la música clásica, por ejemplo, se ha enriquecido mucho de la cultura popular. El jazz, al principio, fue también música popular. Yo, como escritora, estoy muy solicitada por los enseñantes, que me piden que haga talleres de escritura en sus clases. Me pregunto a veces ¡por qué no lo hacen ellos mismos ! Ellos están en primera línea para estimular el disfrute por el conocimiento a nuestros chicos : sobre todo en esta época tan consumista, es necesario recobrar el deseo de aprender, más importante incluso que el propio conocimiento.

La escuela es esencial para ello. Cuando veo un niño que no tiene este deseo, tengo ganas de decirle : “¡Quiere algo !”. La cultura puede ayudar a combatir estas tendencias : la obediencia a cualquier precio y la dictadura de la moda. Aunque por el momento no pueda evitar las catástrofes : entre los que torturaban en Argelia, algunos podían sin duda recitar a Chateaubriand.



Cuando nos encontramos enfrentando la adversidad, podemos pensar que hemos llegado a nuestro límite, pero en realidad, entre más arduas sean las circunstancias, más cerca estamos de hacer un cambio radical. Cuando está más oscuro, más cerca está la aurora. La victoria en la vida se decide por esa última ráfaga de energía concentrada colmada con la determinación de ganar. Daisaku Ikeda



Las calaveritas en el metro...
El "Arbol de la Muerte" con Ocelotl al lado


Mural realizado con pan en la ofrenda monumental del Zócalo, 2 de Nov. 2010

Detalle del mural, 2 Nov. 2010

La muerte: el día eterno... (I)

Publicado por Hasardevi | 11:19 | 0 comentarios »


Los puntos muertos, aquellos momentos en la vida en que sentimos que no hay salida, no hay punto de retorno y no hay luz al fondo del túnel. Son como un hundimiento vertiginoso hacia profundidades de oscuridad como sólo en el corazón del que sufre puede comprenderse. Por eso la expresión “muerto”, muerte, ligada a oscuridad, dolor, podredumbre, hastío, separación, aniquilamiento...

¿Por qué no lo contrario?, por qué no la luz, la gloria de la dicha, la plenitud al fin de la iluminación total: la liberación de ataduras.

En el Budismo, contrario a lo que se piensa. La muerte significa reintegración con el todo, el cosmos viviente dentro y alrededor de uno mismo, no más separación, no más oscuridad, no más lamento, la expansión de la conciencia en el amor total. No la aniquilación del Yo, sino más bien, el yo superior perfectamente en sintonía con el cosmos y todo lo que en él habita, desde la partícula más pequeña e invisible hasta las galaxias y universo inmensos. Imposible imaginarlo, a menos que se encuentre uno en un estado alterado de conciencia, a los cuales no siempre se accede por medios inductores como drogas. La práctica espiritual lleva también a ello, al menos a atisbos de ese estado de vida iluminado en el que la felicidad total llena cada átomo de vida.

Es verdad que las sucesivas vidas son parte de la rueda de la vida el “samsara” que nos ata en el karma. También podemos vivir en otros mundos, no sólo en este y finalmente, por elección también, fundirnos con el todo en la eternidad en júbilo indescriptible.

Flammarion, el sabio astrónomo francés nacido en 1842, dedicó su vida a la ciencia de la astronomía, al tiempo que cultivaba su convicción en el espiritismo y en la creencia de la vida en otros planetas. El, al igual que Carl Sagan, popularizó en su tiempo la astronomía y los misterios del Universo; uno con su serie de televisión “Cosmos” y el otro con sus escritos, especialmente el libro Astronomía Popular. Pero Sagan y Flammarion mostraban aspectos antagónicos, ya que Sagan luchó contra las "pseudociencias" y Flammarion cultivó su interés por lo “oculto”, incluso fue amigo de Alain Kardec, autor de El libro de los espíritus. Hay que decir que Kardec fue un lingüista que dominaba varias lenguas y que escribió libros sobre diversos temas incluída la Aritmética y la lengua francesa, no precisamente un ignorante o algo así.

Decía Flammarion: «Nuestros estudios nos muestran una verdad evidente: que el árbol de la ciencia está incompleto si falta la rama de la psíquica y que, de aquí en adelante, la antropología debe ser completada por esos conocimientos largamente desligados. Hay todo un mundo invisible por visitar». En su afán por estudiar lo pretendidamente sobrenatural, Flammarion investiga personalmente a diversos individuos que afirman poseer la capacidad de contactar con «el otro lado», sus estudios intentan desentrañar el mayor misterio del hombre: el enigma de la muerte y la posible supervivencia del alma. Entre 1920 y 1922 escribe su trilogía dedicada a este asunto: La muerte y su misterio. En ella plasma su convicción de que el hombre es capaz de vencer a la muerte: «De que el alma sobrevive a la destrucción del cuerpo, no tengo ni la menor duda». En su opinión, tras la muerte de algunas personas, su “mente” queda vinculada irremediablemente a los lugares que frecuentó duran te la vida. Dicha “esencia” podría ser recuperada mediante la presencia de personas especialmente sensibles, como los médiums. Los largos años de investigación habían inclinado la balanza hacia el otro lado: «Existen facultades desconocidas en el hombre que pertenecen al espíritu», manifestó. «Excepcional y raramente los muertos se manifiestan; no puede haber duda de que tales manifestaciones ocurren. La telepatía existe tanto entre los vivos y muertos como entre los vivos».

El 5 de junio de 1925, Flammarion se levanta temprano, como era su costumbre. Abre los postigos de la gran ventana que da a su jardín de Juvisy, aspira el aire fresco a pleno pulmón, admira una vez más el océano de verdor que rodea aquella vieja morada en el corazón de Francia, tiende los brazos en un gesto de invocación al esplendor del mundo y exclama, dirigiéndose a Gabrielle, su esposa:

-¡Ah, qué día tan espléndido, qué día espléndido!

Y se desploma, atacado por una crisis cardíaca.

El día espléndido era en realidad el día eterno.