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Traducido por Hasardevi
La poesía... Conexión entre el micro y el macro cosmos
¿Qué es la poesía? Cuando
sentimos el dolor del amor o nos invade la inspiración--el suave roce de
nuestros corazones expuestos contra las texturas del mundo-- ¿por qué será que
nos es más fácil la expresión a través de un poema que en la prosa de un párrafo?
El corazón poético busca
conectarse a través de la expresión. Es un corazón que intenta arrojar
un puente entre nosotros y el mundo; y ese puente puede ser construido por las
palabras, por el movimiento, el color o la música. Estas expresiones constituyen el
núcleo de toda cultura humana y ayudan a definir nuestra diversidad y
originalidad al tiempo que ponen de manifiesto nuestras similitudes.
El corazón o espíritu
poético, es sinónimo de un espíritu de paz. La pérdida de este espíritu, esta
sensibilidad hacia la vida, describe la patología de nuestro planeta enfermo: la
evidente decadencia de nuestra humanidad. Nutrir el espíritu poético en nuestra
propia vida es nutrir la esperanza para el futuro.
El filósofo Daisaku Ikeda
nos ha estado convocando de manera constante a restaurar la sensibilidad poética en
todos los seres humanos.
Restaurar Nuestras Conexiones
Por Daisaku Ikeda
Cada ser humano es un
microcosmos. Vivimos juntos en este planeta y respiramos el ritmo de un universo que
se extiende infinitamente por encima de nosotros. Cuando surge la resonante armonía entre el vasto cosmos exterior y el cosmos interior humano, nace la poesía.
Hubo quizás un tiempo en que todas
las personas fueron poetas que dialogaban íntimamente con la naturaleza. El Man'yo-shu, obra japonesa de poesía, es una colección de poemas escritos por personas de todas las
clases en su tiempo y casi la mitad de los poemas están marcados como anónimos.
Estos poemas no fueron
escritos para dejar un nombre a la posteridad; son poemas y canciones vertidos
como efusión incontenible del corazón que la gente tomó de su propia vida.
Estas obras, trascienden los límites de tiempo y nacionalidad conforme pasan de persona a
persona, de un corazón a otro.
El mismo espíritu poético puede
encontrarse en cualquier tarea humana. Puede resonar vibrantemente en el
corazón de un científico dedicado a la investigación en la admirable búsqueda
de la verdad.
Cuando el espíritu de la
poesía vive en nosotros, incluso las cosas más comunes no parecen meros objetos; nuestros
ojos captan una realidad espiritual interior. Una flor no es sólo una planta. La
luna no es un simple cúmulo de materia flotante en los cielos. Al fijar la
mirada en una flor o en la luna, podemos percibir intuitivamente los insondables
vínculos que nos unen al mundo.
En este sentido, los niños
son poetas por naturaleza, de nacimiento. Atesorar y nutrir su corazón
poético, permitiéndole acrecentarse, lleva también a los adultos
descubrir refrescantes reinos. Después de todo, no existimos simplemente para
cumplir deseos. La verdadera felicidad no se encuentra en acumular posesiones,
sino a través de una profunda armonía con el mundo.
El espíritu poético tiene el
poder de "afinar" y volver a conectar un discordante mundo dividido.
Los verdaderos poetas se mantienen firmes, enfrentan los conflictos de la vida
y sus complejidades. El daño causado a cualquier ser, en cualquier parte, es
causa de agonía en el corazón del poeta.
Un poeta es aquel que ofrece
a la gente palabras de aliento y esperanza, buscando la perspectiva –yendo más
allá de lo inmediato- es capaz de hacer tangible la inmutable realidad espiritual de nuestra
vida.
El sistema de
segregación racial “apartheid” fue un crimen de lesa humanidad. Al resistir y
combatir este mal, la filosa espada de las palabras, como en toda empresa humana, jugaron un importante
papel.
Mbuyiseni Oswald Mtshali es
un poeta Sudafricano que luchó contra la iniquidad del apartheid con la poesía
como arma. El escribió: “La poesía despierta y refuerza nuestra verdadera
fuerza íntima; nuestra espiritualidad. Es la fuerza que nos hace gente decente,
gente que está llena de empatía por aquellos que están necesitados o sufriendo,
aquellos que padecen la injusticia y otros males de una sociedad enferma.”
Nelson Mandela leía los poemas de Mtshali cuando estuvo en la cárcel, extrayendo de ellos la energía
para continuar con su denodada lucha.
El poeta brasileño Thiago de
Mello, aclamado como protector del amazonas, también soportó la opresión a
manos del gobierno militar. En la pared de la celda en la cual estaba
confinado, encontró un poema grabado por un interno anterior: “Está oscuro –se
leía,- pero canto porque la aurora llegará”. Eran las
palabras de uno de sus propios poemas.
En medio del caos y el vacío
espiritual que siguió a la derrota de Japón en la II Guerra Mundial, al
igual que muchos jóvenes de mi generación, adquirí indecible aliento de la lectura
de Hojas de hierba, del poeta Walt Whitman. La desbordante libertad de su alma
fue como un rayo de luz que me invadió.
Ahora más que nunca,
necesitamos la estruendosa y conmovedora voz de la poesía.
Necesitamos el apasionado
canto de paz de los poetas a la existencia compartida y el mutuo apoyo de todo
cuanto existe en el universo.
Tenemos que despertar el
espíritu poético dentro de nosotros, la juventud, la energía vital y la
sabiduría que nos permitan vivir al máximo. En este
sentido: Todos debemos ser poetas.
Un antiguo poeta japonés
escribió, "Los Poemas surgen como diez mil hojas de lenguaje de las
semillas de los corazones de la gente."
Nuestro planeta está herido
y lastimado, sus sistemas de vida bajo amenaza de colapso. Debemos proteger y
cobijar la tierra con "hojas de lenguaje" que provengan de las
profundidades de la vida.
La Civilización moderna será
saludable sólo cuando el espíritu poético recupere el lugar que le corresponde.
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