Un día, pasó cerca de un grupo de gatos un perro sabio.
Y viendo el perro que los gatos parecían estar absortos,
hablando entre sí, y que no advertían su presencia,
se detuvo a escuchar lo que decían.
Se levantó entonces un gran gato grave y circunspecto,
miró a sus compañeros, y les dijo:
“Hermanos, orad; y cuando hayáis orado una y otra vez,
y vuelto a orar, sin duda alguna lloverán ratones del cielo”
Al oír esto, el perro rió para sus adentros,
y se alejó de los gatos, diciendo:
“¡Ciegos e insensatos félidos!
¿No está escrito, y no lo he sabido siempre,
y mis padres
antes que yo,
que lo que llueve
cuando elevamos al Cielo
plegarias y súplicas
son huesos, y no ratones?”
Esopo
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