Un poema de García Lorca
El palacio en sombra
Enseña brumoso sus oros bruñidos
La cálida noche derrite sus tules
Entre las estrellas rojizas y azules.
Lloran los chacales en junglas perdidos.
En el estanque lotos sangrientos
Lirios de agua, palmas, umbrías
En los jardines altas palmeras
Se inclinan lánguidas y severas
Acompasando sus melodías
Dulces magnolias majestuosas
Dan su fragancia sobre las cosas.
Noche de luna. Raro consuelo.
Arturo llora su luz de cielo
Flores, divinas... Piedras, preciosas.
(falta aquí una cuartilla)
Abriole la puerta de calma infinita
después esfumose. Siddhartha medita.
Una voz celeste suave musita
"Tu eres Tathagatha, puro, sin igual".
En fondos dorados entre rosas blancas
Lució sus encantos la diosa Verdad
El iluminado quedose hierático
Aspirando triste un perfume enigmático
Que manaba lento de la eternidad.
El cuerpo sin alma subió al aposento
Yashodara y el niño dormían
Siddhartha sintió un agobio violento
Corazones en sombras yacían...
Grave palpitaba el firmamento.
Se arrancó la flecha que le lanzó Mara
Traspasando salió de la estancia
Dulce el corazón se durmió en la fragancia
Que la luz del cielo le dejara.
Y marchó con la Bienaventuranza
Siddhartha solloza. El palacio lejano
Enseña entre ramas sus oros bruñidos
La cálida noche derrite sus tules
Entre las estrellas rojizas y azules.
Lloran los chacales en junglas perdidos.
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