El diálogo no se limita al debate formal o a un plácido intercambio como suave brisa primaveral. Hay veces en que para romper la armadura de la arrogancia, el discurso debe ser como una bocanada de fuego. Así, aunque es característico asociar a Shakyamuni y a Nagarjuna sólo con la apacibilidad, hubo ocasiones en que su lenguaje se endureció al punto que les ganó el sobrenombre, en sus respectivas eras, de 'aquellos que refutan todo'.
Daisaku Ikeda
El término "diálogo" proviene del griego "dia" ('a través de') y "logos", vocablo que implica 'lenguaje', 'principio', 'racionalidad', 'ley'.
Las corrientes del diálogo son vitales y vibrantes, y poseen la capacidad de hacer tambalear incluso a la más obstinada de las obediencias al uso de la fuerza. El diálogo no se limita al intercambio de conversaciones sobre lo que nos place, incluye también, compartir perspectivas que difieren agudamente. El valor y la paciencia son esenciales si queremos continuar el trabajo esmerado de deshacer los nudos que atan a las personas a determinados puntos de vista. El impacto de este tipo de diplomacia humanística puede hacer que la historia se mueva hacia una nueva dirección.
En un mundo colmado por la riqueza de las diversas culturas, no podemos permitirnos el lujo de regresar a un impenetrable aislacionismo. Es crucial reavivar el espíritu del diálogo y dar rienda suelta a una búsqueda creativa en pro de la coexistencia pacífica.
"La guerra es el precio que hay que pagar por el fracaso de la diplomacia". Son palabras del historiador británico Arnold Toynbee, con quien el Dr. Ikeda mantuvo un diálogo que fue publicado posteriormente (Escoge la Vida). Esa fue su manera de refutar la desafortunada declaración de Clausewitz de que la guerra es la continuación de la política por otros medios.
Las relaciones internacionales, entonces, no deben limitarse a los aspectos político o económico. Es absolutamente vital que existan intercambios educativos y culturales que profundicen el entendimiento recíproco entre los ciudadanos comunes de diferentes países.
Cuando personas de diferentes orígenes aprenden respetuosamente sobre sus respectivas civilizaciones y experimentan la rica diversidad del legado espiritual del ser humano, comienzan a construir una amistad firme y solidaria, basada en el reconocimiento mutuo, que perdura a través del tiempo. A la larga, la cálida humanidad de quienes perseveran en el ejercicio de esa "diplomacia del pueblo" será capaz de derretir incluso los helados muros de prestigio nacional y de los intereses en conflicto.
La historia abunda en ejemplos de actos bélicos producto de fallas diplomáticas. En el ámbito inmediato de nuestra comunidad o a mayor escala, en las relaciones internacionales, el buen uso de nuestro poder de comunicación para negociar y resolver diferencias es la prueba más contundente de nuestra sabiduría.
El diálogo en el Budismo
El diálogo en el budismo no es simplemente el vehículo de transmisión de un mensaje. Por el contrario, la práctica del diálogo refleja un principio fundamental de esta doctrina: la fe en los seres humanos, en su ilimitada dignidad y potencial, como poseedores de la verdad universal y, a la vez, como manifestación de dicha verdad.
Hoy, el concepto "valores universales" despierta no poca suspicacia, por no decir hostilidad, pues se infiere que implica la imposición forzada de una cultura sobre otra. Sin embargo, la creencia en un sistema de valores humanos comunes a todos no necesariamente contradice le fe en una concepción religiosa o cultural específica. Si examinamos la vida de los grandes maestros religiosos y filosóficos de la historia, comprobaremos que todos fueron maestros en el arte del diálogo. Por añadidura, se destacaron, sin excepción, como personas de una fe profunda, inquebrantable.
(Resumen tomado de una Propuesta de Paz del Dr. Ikeda "El Desafío de la Ciudadanía Mundial" y de "El diálogo en el Budismo" publicado por el SGI Quarterly.)
[1] El humanismo es un concepto fundamental dentro de la Soka Gakkai Internacional, asociación budista con más de 12 millones de miembros en 192 países, de la cual el Dr. Ikeda es Presidente. La SGI a menudo define su base filosófica como "humanismo budista".
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