Por Daisaku Ikeda
Un auténtico líder no se considera alguien especial o superior a los demás, y jamás menosprecia a nadie. Los líderes realmente grandes respetan sinceramente a las personas comunes, que se esfuerzan con seriedad y viven honradamente de su trabajo. Poseen, además, la humildad y la disposición de aprender de quienes lo rodean.
Hace mucho tiempo, en un puerto de los Estados Unidos, un gran número de personas esperaba pacientemente en fila para abordar un buque a vapor. Llegó entonces un hombre que, ignorando a los pasajeros que aguardaban su turno, se adelantó y subió el barco. Su actitud demostraba a las claras que creía estar en todo su derecho de hacer algo así.
Los otros pasajeros lo interpelaron, irritados: "¿Quién se cree usted que es?". El hombre contestó con altanería: "Soy congresal. Un representante del pueblo". Desde atrás, la gente comenzó a protestar: "¿Ah sí? ¡Pues nosotros somos el pueblo!". Desde luego, el arrogante sujeto tuvo que bajarse del barco y colocarse al final de la fila.
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