Tomado de l'humanité

Su experiencia profesional le ha enfrentado a la violencia solapada del mundo de la empresa. Delphine de Vigan ha extraído de todo ello material para una de las más bellas novelas de la nueva temporada, donde une la dureza de la ciudad y el sufrimiento en el trabajo a través de las vivencias de dos “accidentados” de la vida. Entrevista.

"me interesan todas esas violencias silenciosas a las que hacemos frente sin darnos cuenta"

Es una novela a dos voces. Por un lado está la de Mathilde, viuda y madre de dos niños, que concilia con éxito vida profesional y vida familiar. Hasta que un buen día, sin mediar palabra, su superior jerárquico la margina. Por otro, descubrimos a Thibault, médico de urgencias que se enfrenta todos los días a atascos y embotellamientos para cuidar las heridas, reales o imaginarias, de pacientes cuya moral parece a menudo mucho más febril que su cuerpo.

“Les heures souterraines”, quinta novela de Delphine de Vigan, autora de “No y yo » (premio de los libreros 2008), evoca la violencia silenciosa de los grandes núcleos urbanos, la claustrofobia nacida de la toma de conciencia de la vacuidad de la existencia, una vez que el árbol ya no impide ver el bosque. Con una escritura fluida, en un ambiente teñido de melancolía, plantea la estandarización de los comportamientos individualistas y firma uno de los más bellos libros de la nueva temporada.

HD.- ¿qué le ha inspirado el tema del sufrimiento en el trabajo ?

Delphine de Vigan.- He trabajado once años en un instituto de estudios. Era directora de un departamento especializado en la observación social en la empresa. Esquemáticamente, mi trabajo consistía en recoger la opinión de los asalariados sobre sus vivencias. Son estudios donde se pregunta a la gente cómo percibe la gestión de la empresa, los recursos humanos, la marcha de sus carreras profesionales, las relaciones jerárquicas, el salario, la formación, etc. Sin embargo, mi vida profesional y mi vida de escritora estaban tan separadas que, durante mucho tiempo, en absoluto consideré escribir sobre la empresa. A nivel personal, me vi enfrentada a una situación conflictiva con un intento de marginación. Fue muy doloroso y provocó un profundo replanteamiento vital. Un día en el RER (red ferroviaria exprés regional NDT), tuve un sentimiento espantoso de vacuidad. De repente, todo lo que me parecía muy fácil y muy fluido se volvió insoportable porque yo me encontraba en una situación de malestar. La idea del libro nació de este sentimiento. Tuve más deseos de escribir sobre la marea humana que representa el RER que sobre la empresa misma. Después, me planteé : “¿por qué este trayecto se vuelve insoportable ? Es así porque tú estás en una situación de sufrimiento en el trabajo. Por lo tanto es esto lo que es necesario contar”. Leí, me entrevisté con un psiquiatra especializado en conflictos sociales, con gente que había vivido situaciones de acoso laboral y con dos médicos, uno de los cuales trabajaba en las urgencias médicas de Paris. Todo eso nutre el imaginario y, en un momento dado, se olvida lo que se ha escuchado. Y entramos en la ficción.

HD.- ¿Qué quiere decirnos de la ciudad ?

DdV.- Es un aspecto al menos tan importante como la empresa. En los dos casos, me interesan todas las violencias silenciosas a las que hacemos frente sin darnos cuenta. La ciudad es muy violenta, brutal, ruidosa. Yo adoro Paris. Pero cuando vuelves después de quince días de vacaciones, te das cuenta de hasta qué punto apesta, es ruidosa y, al mismo tiempo, cómo nuestro organismo se adapta y olvidamos hasta qué punto la ciudad es brutal. El día en el que vas al curro con 40º de fiebre, vas más torpe. Y en ese momento, percibes que la gente te empuja porque tú no sigues el ritmo de la ciudad. Yo quería hablar de esta especie de marea despiadada que excluye a los débiles, sin ningún juicio de valor o moral. En la empresa, es similar. Es un lugar de creatividad, a veces de solidaridad aunque esto es cada vez más complicado. Pero es también un lugar de individualismo exacerbado, de abuso de poder. Por lo tanto había un paralelismo, un punto común que es esta silenciosa violencia.

HD.- ¿Qué ha cambiado en su vida cotidiana y en su percepción del oficio de escritor desde que usted se dedica a la escritura a tiempo completo ?

DdV.- Todo. Escribí mis cuatro primeros libros mientras trabajaba. Tengo hijos, una vida familiar. Sólo podía encender el ordenador una vez que todo el mundo estuviera acostado. En un momento dado, tuve ganas de hacer otra cosa. Me dije : voy a regalarme un paréntesis, el lujo de escribir a plena luz del día. Tenía el sentimiento de que mi escritura estaba muy mediatizada por el cansancio de los transportes, por el hecho de ponerme a escribir una vez acabadas una o dos jornadas. He dejado de trabajar desde hace un año y medio. Esto me da fuerzas para enfrentarme a formas más ambiciosas. No habría podido hacerlo si continuase escribiendo como la hacía. Por el momento aprovecho al 200%. Tengo la sensación de ser una privilegiada. Pero no soy tan ingenua y cándida para creer que pueda hacerlo hasta el fin de mis días.

“Les heures souterraines”, de Delphine de Vigan, J-C. Lattès.

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