Pensador de sonidos, maestro de la vanguardia, practicante del budismo, corazón abierto al sonido del planeta, el maestro Herbie Hancock (Pablo Espinosa dixit y continúa:)
El toque pianístico de Herbie Hancock es uno de los tesoros culturales del planeta. Se sucede en el tiempo de manera semejante a como las grullas se aparean, los copos de nieve danzan en el aire, o un gato se concentra en pasear su lengua por todo su pelambre: parsimonioso y calmo, elegante y tierno, insondable y misterioso. Como una chispa divina alumbrando la elegante negra noche.
Herbie Hancock es una de esas voces que uno distingue entre el barullo; un cantar de los cantares laico, ciudadano; una manera distinguida, de caballero, de enlazar los astros que destellan inquietos en el cosmos y ahora, merced a su oficio de alquimista, convertidos en fragante juego de abalorios, collar de perlas, diamantes engarzados en constelaciones: escuchad La Vía Lactea que atraviesa el piano mientras Herbie Hancock cierra los ojos y abre la yema de sus dedos.
Herbie Hancock en México. Namasté.
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