Por Daisaku Ikeda (Presidente de la Soka Gakkai Internacional)
La única manera de superar el problema de las armas nucleares, que constituyen fuerzas que instigan la división y la destrucción del mundo, será el esfuerzo solidario que realicen los ciudadanos comunes para inaugurar, con la energía impulsora de la esperanza, una nueva era en la historia de la humanidad.
Si bien la amenaza de una guerra nuclear global ha disminuido desde la finalización de la Guerra Fría, el número de estados que poseen armas nucleares casi se ha duplicado desde que el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) entró en vigencia en 1970. Existen todavía unas veinticinco mil ojivas nucleares alrededor del mundo. Al mismo tiempo, se intensifica cada vez más el temor de que la difusión de tecnología y de materiales para la elaboración de dichas armas a través del mercado negro propicie la inenarrable pesadilla del terrorismo nuclear.
Quisiera dirigirme a los líderes de todos aquellos estados que poseen armas nucleares o que basan su propia seguridad en el armamento atómico de otros países, y exhortarlos a que se pregunten:
¿Son realmente necesarias las armas nucleares? ¿Por qué tenemos que conservarlas?
¿Qué nos da el derecho a justificar nuestros propios arsenales nucleares, cuando nos permitimos cuestionar a otros estados por poseer los suyos?
¿No existe para la humanidad más opción que la de vivir bajo la amenaza de las armas nucleares?
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