l'Humanité
Translated vendredi 9 octobre 2009, par
En “Travailler à en mourir”, el periodista Paul Moreira filmó el trabajo en su realidad más dura y más cruel, la de los trabajadores que mueren en el tajo o prefieren morir que continuar. Con “le Travail en miettes” muestra el panorama de los trabajadores que están en la mayor precariedad. Obrero de PSA, jubilado obligado a trabajar, precarios de los peajes de autopistas o cuidadores de personas mayores, el periodista se ha acercado a aquellos para los que el trabajo, lejos de ser “decente”, sólo es una trituradora.
HD.- Tras “Travailler à en mourir”, su último documental se titula « le Travail en miettes ». ¿Cómo percibe el mundo del trabajo después de la investigación ?
Paul Moreira.- Desde un punto de vista general, el conjunto de mi trabajo consiste en ir a todos los lugares, sociales, geográficos o políticos, bastante abandonados para el gran público. Y le puedo garantizar que lo que ocurre en las empresas es al menos tan poco escrutado como lo que sucede en Irak o en Afganistán. Y sin embargo, ocurren hechos graves. Como cuando, en 2003 descubrí el fallecimiento de Rudy Norbert, obrero metalúrgico de una subcontrata de Arcelor muerto en el tajo después de 21 horas en el puesto de trabajo, esto no apareció en la prensa, aparte de “L´Humanité” y la prensa local. Imagine que se diría si un buen hombre fuese asesinado por “salvajes” en el suburbio de una ciudad…
HD.- Usted había filmado, en Renault principalmente, a personas a las que el trabajo provoca tanto sufrimiento que llegan a morir. ¿Qué piensa de los recientes debates acerca de los suicidios en France Télécom ?
P.M.- Hay un hecho repetido en un buen número de empresas que se han fusionado, han sido reestructuradas o en las que ha habido un gran número de cambios. Para “Travailler à en mourir”, me reuní con empleados en medio de la fusión de dos bancos, que estaban machacados por los cambios de estructuras. Siempre es gente que se encuentra desposeída de su trabajo, enfrentada a decisiones tomadas verticalmente, a un nivel en el que no tienen ninguna posibilidad de diálogo con su jerarquía, con objetivos muy, muy difíciles de alcanzar.
HD.- Los personajes que usted ha filmado están enfrentados a terribles situaciones de precariedad. ¿Piensa que ellos tienen una idea de lo que podría ser un “trabajo decente” ?
P.M.- Sí y ellos además lo expresan bastante bien. Los trabajadores que llevaron a una Sociedad de autopistas a los tribunales laborales, dicen : “Para mí, el trabajo decente sería un contrato indefinido, que no tenga que esperar que mi teléfono suene para que me propongan un trabajo ; que no vuelva de mis vacaciones porque me han echado…” Y luego, está precisamente el acceso a la dignidad y a la ciudadanía. A mí me cuesta trabajo comprender porque los la Declaración de los Derechos Humanos se detiene a las puertas de las empresas.
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